Mi papá veía cómo hacer para que no nos sintiéramos menos
por no poder pasar nuestras vacaciones en el extranjero como muchos de nuestros
amigos, buscaba como conseguirnos los mejores juguetes, al mismo nivel de los demás,
así tuviera que conseguir quién se los trajera de EU.
Mi mamá trabajaba muchísimo, de secretaria de la escuela, de
transporte de niños, y de cuidadora de los niños de los papás que trabajaban
tiempo completo. Conseguía dinero debajo de las piedras cuando no alcanzaba
para las colegiaturas…
Así que en este día de los maestros, mi primer
agradecimiento es para ellos, que me hicieron quien soy.
El segundo es para mi abuelita Linda, quien por cierto no se
llamaba Linda, se llamaba Carmen, pero como mi papá nos molestaba diciendo que
era fea, nosotros refutábamos diciendo que era nuestra Abuelita Linda, y así se
le quedó, tanto que cuando mis otros primos hablaban de abuelita Carmen, no
sabíamos que hablaban de ella… es la persona más buena que he conocido en el
mundo, y la extraño mucho, quisiera que siguiera con nosotros y no puedo evitar
llorar cuando pienso que no está y que no sabe que hice mi empresa, que tengo
una familia y que defiendo a los animales. Ella era mi fan número uno, creo que
estaría feliz, no lo está… Ella me enseñó sobre la bondad, el perdón y la
humildad.
Mis hermanos me han enseñado grandes cosas, a compartir, a
perdonar, a pedir perdón, a aceptar las diferencias, a ser humilde y sé que
pase los que pase y haga lo que haga, siempre cuento con ellos.
En cuanto a la escuela, tuve grandes maestros, como miss Beverley, a quien debo mi inglés y mi actitud Montessori (que me encanta). En su escuela encontré a mi primer amor, Miss Judy... Ahora
mi hijo asistirá a la misma escuela y tendré el doble de agradecimientos para Beverley (aunque Judy ya no esté).
La cosa pierde el tono rosáceo al entrar a la primaria, porque Elizabeth,
la miss de inglés, me odiaba por algún enfermo motivo, porque ¿quién puede
odiar a un niño de 6 años?, quizá no te caiga bien, pero ¿odiar? Recuerdo que me pisaba con sus tacones, me jalaba el pelo y me
daba coscorrones sin razón, no me dejaba salir al baño y hacía que me hiciera
en los pantalones, para después decirme cochino y burlarse de mí frente a todos. Aún la odio, porque un maestro tiene el poder de cambiar la vida de los
niños, y ella me la cambió, pasaron años para superar eso y aún me duele,
porque puedo imaginar a un niño de esa edad abusado por un adulto y no puedo
dejar de odiarla, no era una buena persona. Quizá con ello yo aprendí (cuando alcancé la seguridad necesaria) a defender a quienes no pueden hacerlo, y todos los que lastiman indefensos son Miss Elizabeth para mí, quizá a ella le debo parte de lo que soy, así que no le deseo el mal, solo espero que tenga cáncer y muera con mucho dolor :P
Tuve muchos maestros, recuerdo pocos, entre
ellos a Hipólito, de 6° de primaria, quien levantó mi autoestima y me hizo
quererme de nuevo y confiar en mí, y a algunos de la Universidad, especialmente a Octavio y
Javier, quienes una vez me pasaron con un 6, pero hubiera preferido que me
hubieran reprobado, porque me dijeron que estaban decepcionados de mi
desempeño, que esperaban mucho de mí… que en el mundo había “maderas que no
agarraban el barniz” y que decidiera que tipo de madera sería yo…
Y sigo teniendo maestros, mis amigos, mis clientes y proveedores del
trabajo, mis trabajadores, mis colaboradores y jefes en la organización, y
tanta gente que tengo la fortuna de conocer.
Creo que los profesores son la pieza más importante
de la sociedad, deberían ser el foco de atención, nuestros mejores elementos
deberían estar enseñando en las escuelas y deberían ser retribuidos como se lo merecen
quienes forjan el futuro. Este está en sus manos, habría que escogerlos
bien y recompensarlos de igual modo.
Mi deseo para los malos maestros, es que desaparezcan
del planeta, gracias a ustedes, el mundo está en crisis.
En cuanto a los buenos, gracias por sus enseñanzas y les deseo felicidades en su día y en
toda su vida, ustedes hacen el mundo diferente, gracias a ustedes el mundo no se ha
acabado.
Pero de todos los maestros, a quien más le deseo suerte es al único maestro que siempre ha estado y estará conmigo, a mi juez más duro y al que haga bien o mal, siempre tiene puesto el ojo en mí:
Yo.
Te pido que me enseñes a aplicar todas las cosas que los demás me enseñan, que seas duro, pero que también comprendas (¡a veces te manchas!). Te ruego que me ayudes a ser el mejor yo que pueda ser, prometo ser un buen alumno y hacer mi mejor esfuerzo.